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El Legado continúa: Ana Paty Peralta y el renacer de Cancún bajo su gestión

Lecciones de rechazo electoral

La política, como reflejo de la voluntad popular, a veces entrega veredictos inapelables. Los casos de Laura Beristain Navarrete y Pedro Joaquín Delbouis nos recuerdan que el cargo público es un préstamo del pueblo.

Compromiso sectorial frente a la política tradicional

David Ortiz Mena se baja de la contienda al no ver las condiciones adecuadas para competir.

Por Joaquín Quiroz

En el dinámico tablero de la política quintanarroense, la figura de Ana Paty Peralta de la Peña, actual presidenta municipal de Benito Juárez, sobresale como una continuadora natural de la labor iniciada por Mara Lezama, su predecesora y mentora política. 

La transición del bastón municipal entre estas dos mujeres no solo simbolizó la estafeta de un liderazgo comprometido, sino que también subrayó la eficacia de una gestión basada en el trabajo incansable y el servicio a la comunidad y la homologación de criterios, con la vocación por el trabajo.

Ana Paty, al igual que Mara Lezama, ha sabido imprimir un sello distintivo a su administración, enfocándose en la creación de un gobierno participativo y ciudadano. Su gestión se caracteriza por la inclusión y la escucha activa, convirtiendo el lema “Cancún nos une” en una palpable realidad. 

Bajo su mandato, Cancún no sólo continúa su proceso de reinventarse día con día sino que también avanza hacia la consolidación de una comunidad más integrada y solidaria.

La responsabilidad de gobernar la ciudad más grande e importante de Quintana Roo no es menor. Históricamente, la silla del ayuntamiento de Benito Juárez se había considerado casi maldita, dado el destino adverso de muchos de sus antecesores. 

Sin embargo, la gestión de Mara Lezama rompió con esa tendencia negativa, sentando las bases para una nueva era de liderazgo femenino en la política local, era que Ana Paty Peralta de la Peña continúa con determinación y visión.

Ana Paty no sólo destaca en el ámbito político, también se le reconoce por su rol como madre, esposa, hija y nieta, demostrando que es posible equilibrar la vida familiar con las exigentes demandas de la gestión pública. 

Su agenda, a menudo alineada con la de la gobernadora Lezama, refleja un compromiso inquebrantable con su comunidad, gestionando apoyos federales y manteniendo un contacto directo y constante con la ciudadanía.

La cercanía de Ana Paty con los habitantes de Cancún se manifiesta en cada evento público, audiencia y brigada social, donde su enfoque de cero tolerancia hacia la corrupción, y el ocuparse por mejorar la seguridad de la gente, y su atención a las necesidades básicas como la iluminación y la limpieza pública, hablan de un liderazgo que no sólo entiende las demandas de su gente sino que trabaja incansablemente por atenderlas.

Mirando hacia el futuro, el reloj de 2024 marca un ritmo acelerado para Ana Paty, cuyo desempeño hasta la fecha sugiere una arrasadora reelección. 

Si los números y la respuesta popular son indicadores fiables, su gestión no sólo continuará el legado de Mara Lezama sino que también reforzará su posición como una líder indispensable para Cancún. 

En esta dinámica política quintanarroense, Ana Paty Peralta de la Peña se perfila como una figura clave en la evolución de Cancún hacia una continuación para una mejor calidad de vida para todos sus habitantes.

De la cima al declive: la caída de Beristain y Joaquín Delbouis

En el ajedrez político de Quintana Roo, algunos movimientos resultan no sólo inesperados sino también reveladores de las dinámicas de poder y percepción pública que definen el entorno actual.

Figuras como Laura Beristain Navarrete y Pedro Joaquín Delbouis, quienes en su momento buscaron la reelección sin éxito, se convierten en ejemplos emblemáticos de cómo el favor popular puede ser tan volátil como el clima en esta región.

Laura Beristain, asociada con la imagen de la Cuarta Transformación en Solidaridad, y Pedro Joaquín Delbouis, del PRI en Cozumel, experimentaron un claro rechazo en las urnas, un mensaje inequívoco de la ciudadanía que vio insuficiente su desempeño al frente de Playa del Carmen y Cozumel, respectivamente. 

Este viraje en su trayectoria política, de liderar sus municipios a convertirse en regidores, ilustra un descenso en su carrera y también una oportunidad de reflexión sobre el ejercicio del poder y la responsabilidad que conlleva.

Resulta irónico, pero altamente ilustrativo, observar cómo estas figuras, ahora desde la trinchera de la regiduría, adoptan roles de críticos acérrimos de las administraciones actuales. 

Este cambio de postura, de gobernantes a opositores, refleja una desconexión palpable con las expectativas y exigencias de la población que los llevó al poder en primer lugar. La crítica, cuando es constructiva, puede ser un motor de cambio; sin embargo, en el caso de Beristain y Delbouis, parece más un eco de sus propias frustraciones y limitaciones que un aporte sustancial al debate político.

La situación de Laura Beristain es particularmente llamativa. Su intento de desacreditar a la actual administración de Lili Campos, sin hacer un mea culpa sobre su gestión, es visto por muchos como una falta de autocrítica y una incapacidad de reconocer los propios errores. 

La política, después de todo, debería ser un ejercicio de servicio público y no una plataforma para ajustes de cuentas personales o políticas.

Por otro lado, la figura de Pedro Joaquín Delbouis se perfila como un ejemplo de cómo no capitalizar la oportunidad de liderazgo. Su crítica hacia la gestión de Juanita Alonso podría interpretarse como una estrategia para mantenerse relevante en el espacio público, pero sin ofrecer alternativas concretas o visiones de futuro, estas acciones se quedan cortas en términos de contribución real al bienestar de Cozumel.

La lección que surge es clara: la política requiere de una conexión genuina con las necesidades y deseos de la población, así como de un compromiso real con la transformación positiva de la comunidad. 

Los fracasos electorales de Beristain y Delbouis no son simplemente anécdotas en el vasto panorama político de Quintana Roo, son recordatorios de que la eficacia, la integridad y la visión son indispensables para aquellos que buscan liderar. En última instancia, el verdadero análisis debe centrarse no solo en las deficiencias del pasado sino en las oportunidades del futuro, reconociendo que el liderazgo efectivo es aquel que trasciende las críticas para convertirse en acción y cambio positivo.

Curva peligrosa….

David Ortiz Mena, destacado líder del sector turístico en Quintana Roo y vicepresidente del Consejo Hotelero del Caribe Mexicano, ha tomado la decisión de no buscar un cargo de elección popular, eligiendo en cambio fortalecer su compromiso con la industria turística desde el ámbito privado. 

Esta elección subraya un profundo compromiso con el sector, destacando la necesidad de una representación legislativa que verdaderamente entienda y promueva los intereses del turismo, una industria vital para la economía regional. Ortiz Mena critica la actual dinámica política, que a menudo limita la participación efectiva de nuevos actores y mantiene el poder en manos de los de siempre, quienes no siempre representan adecuadamente a la ciudadanía ni a sectores clave como el turístico.

En este sentido, Ortiz Mena se posiciona como un defensor de los trabajadores y un crítico de las prácticas políticas que impiden el progreso colectivo y el bienestar social.

Y recuerden… Esto es sólo para informad@s, si ustedes no estuvieran ahí leyendo yo no estaría aquí escribiendo, y si ser Malix el Huso Horario, el Whatsapp, el Facebook, Twitter, la CFE, López, el Covid19, los troles y envidiosos nos lo permiten nos leemos pronto Dios mediante pero que sea Xlalibre.

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