*Una experiencia de vida para reflexionar y aprender
Por Alberto Tun
Hoy, 2 de abril, Día Internacional del Autismo, quiero compartir la experiencia que tuve apenas hace un día, y que resalta la importancia de la concientización sobre el autismo en nuestra sociedad.
Antes de sumergirme en la historia, quiero contarles que muy pocos saben que tengo un hijo de cuatro años diagnosticado con autismo de nivel 2; esta parte importante de mi vida ha moldeado mi perspectiva sobre dicha condición.
El pasado lunes 1 de abril, a las cuatro de la mañana, me encontraba en la computadora cuando mi esposa bajó a la cocina en busca de algo para comer. Nos dimos cuenta de que no teníamos bebida para acompañar los alimentos, así que decidimos hacer una rápida carrera al Oxxo, a unos cien metros de nuestra casa. Lo que sucedió a continuación cambiaría mi percepción de la noche por completo.
Mientras salíamos del Oxxo, un joven pasó a nuestro lado. No es habitual encontrarse con personas a esas horas en nuestras calles; además, su atuendo nos llamó la atención. Llevaba un short demasiado corto para el clima nocturno. A medida que avanzábamos, notamos que el joven nos miraba con frecuencia, una señal de alerta que comenzamos a percibir. Él ya había avanzado varios metros delante de nosotros; cuando pasó junto a una casa con perros que ladraban frenéticamente, el joven se tapó los oídos, revelando un comportamiento característico de muchas personas con autismo ante ruidos fuertes.
En ese momento, me di cuenta de que este joven podría tener dicha condición, y que posiblemente se hubiera salido de su hogar sin que su familia lo supiera. Mi instinto paterno y protector se activó de inmediato. No podía permitirme dejarlo solo en la calle a esas horas. Rápidamente, corrí de regreso a casa por mi moto, consciente de que necesitaba alcanzarlo antes de que se alejara demasiado.
A medida que lo seguía, me comuniqué con mi esposa por teléfono para asegurarme de que estuviera informada de la situación. No sabía a dónde se dirigía, pero estaba decidido a asegurarme de que estuviera a salvo. Después de unos 40 minutos de seguirlo, logré contactar a una patrulla de policía para solicitar ayuda. Durante ese tiempo, cruzamos casi toda la ciudad, incluso áreas peligrosas, pero afortunadamente, nos mantuvimos a salvo.
Finalmente, cuando el joven vio la patrulla, se sintió seguro y subió a la parte trasera del vehículo. Fue un alivio verlo fuera de peligro. Después de algunos intentos para ubicar a su familia, se decidió llevarlo a una estación de policía cercana. Mi esposa, mi hermana y yo, hicimos publicaciones en redes sociales para saber si alguien lo reconocía, pero el cansancio nos venció y decidimos descansar unas horas.
Al despertar, recibimos la noticia de que el joven había logrado reunirse con su familia. Esta experiencia me hizo reflexionar profundamente sobre la importancia de la concienciación sobre el autismo en nuestra sociedad. ¿Qué habría pasado si no hubiéramos reconocido los signos de su condición? ¿Cuántas personas habrían pasado por alto la condición del joven durante su travesía nocturna?
Esta experiencia me enseña que el conocimiento sobre el autismo no sólo puede marcar la diferencia en la vida de las personas que viven en esta condición, sino que también puede salvar vidas. Agradezco a Dios haber tenido la oportunidad de ayudar a este joven y a su familia, y espero que esta historia inspire a otras personas para educarse y crear conciencia sobre el autismo.