Por Joaquín Quiroz
Chetumal ha vivido días difíciles, sumergida bajo las aguas de intensas lluvias que no solo han inundado calles y hogares, sino también han puesto a prueba la capacidad de respuesta de las autoridades. En medio de este escenario desafiante, emerge la figura de Mara Lezama, una mujer que ha demostrado ser todo terreno, una líder que no teme ensuciarse las manos y estar al pie del cañón con su gente.
Mara Lezama no solo ha estado presente, ha sido omnipresente. Desde los rincones más anegados de Chetumal hasta las áreas más críticas del sur del estado, se le ha visto en vehículos anfibios, sorteando las aguas, con medio cuerpo bajo el agua y una sonrisa que no se borra, simbolizando una vocación de servicio que va más allá de la retórica política.
Su formación como comunicadora le ha permitido estar in situ, y también conectar de manera genuina con la ciudadanía. La gente no solo ve en Mara a una gobernadora, ve a una aliada, a una persona que extiende una mano amiga, que escucha, que resuelve. En estos días de crisis, su presencia ha sido una mezcla de liderazgo y cercanía, de eficacia y humanidad.
En medio de los encharcamientos, encabezando rescates, llevando electrodomésticos y enseres a quienes lo han perdido todo, Mara Lezama ha demostrado que el verdadero liderazgo se mide en las acciones, no en las palabras. Su equipo, contagiado por su ejemplo, ha trabajado sin descanso, sin excusas, reflejando una forma de trabajar que muchos políticos deberían envidiar.
Mara no necesita poses ni falsedades. Su autenticidad y entrega son palpables, y la gente lo reconoce. Su liderazgo es un testimonio vivo de que el servicio público es, ante todo, un compromiso con el bienestar de la comunidad. Arropando a su pueblo, Mara Lezama ha convertido cada gesto y cada acción en un faro de esperanza, demostrando que, en los momentos más oscuros, siempre hay lugar para la luz de un verdadero servidor público.