*Esta visita de Maynez a Chetumal es un triste recordatorio de la deplorable situación en la que se encuentra la naranja podrida
*En el mundo al revés de Cozumel, vemos a Pedrito, el acusador, convertido en el bufón de su propio cuento
Por Joaquín Quiroz Cervantes
Ana Patricia Peralta de la Peña, la joven cancunense cuya carrera política ha ido en constante ascenso, se encuentra a las puertas de hacer historia en Cancún. En su segundo mandato como edil de Benito Juárez, su trayectoria y dedicación han mostrado una evolución significativa, destacando no solo por sus logros, sino también por el humanismo que imprime en su gestión.
En el reciente cierre de campaña, Peralta demostró una vez más por qué es una figura prominente en la política local. Su recorrido por el municipio, a pesar de liderar todas las encuestas, refleja su compromiso con los ciudadanos de Cancún. Esta campaña no fue una simple formalidad para ella, sino una oportunidad para reconectar con la comunidad y escuchar de primera mano las necesidades y aspiraciones de sus habitantes.
El evento en el Estadio Beto Ávila fue un claro reflejo de su capacidad de convocatoria y de la fuerza que representa dentro de la 4T. Su discurso emotivo resonó con un mensaje de inclusión y unidad, proponiendo un proyecto que busca transformar a Cancún en una ciudad del bienestar. Ana Paty Peralta se ha convertido en un símbolo de la nueva generación política de Cancún, una generación que está moldeando el futuro del municipio y del estado con una visión renovada y progresista.
Esta campaña ha sido un entrenamiento intensivo para Peralta, preparándola para los desafíos que vienen. Su liderazgo se fortalece, y su visión se amplía más allá de Benito Juárez. No es descabellado imaginarla desempeñando un papel significativo a nivel estatal en un futuro cercano. Las proyecciones indican que su victoria el próximo 2 de junio será histórica, cimentando aún más su posición como una de las políticas más influyentes de la región.
Ana Paty es mucho más que una política exitosa, es una madre de familia dedicada, una hija y nieta ejemplar, cuyo trabajo está profundamente arraigado en el servicio a su comunidad. Su capacidad para combinar su vida personal con su carrera pública es testimonio de su fortaleza y determinación.
El futuro de Cancún se vislumbra prometedor con Ana Paty Peralta al timón. Su liderazgo humanista y su capacidad para conectar con la gente la distinguen como una verdadera líder de nuestro tiempo, lista para enfrentar los retos y aprovechar las oportunidades que se avecinan. Este 2 de junio, los cancunenses no solo votarán por una política, votarán por un futuro lleno de esperanza y progreso, liderado por una mujer que ha demostrado estar hecha para grandes cosas.
La desgracia de la desorganización: visita de Maynez a Chetumal
El circo itinerante de Jorge Álvarez Maynez, el candidato de Movimiento Ciudadano que más parece una caricatura que un político serio, llegó a Chetumal con un estrépito digno de su campaña: sin sustancia, sin visión y ahora, sin respeto por la prensa. En un evento que bien podría calificarse como una tragicomedia, el espectáculo se tornó en un episodio lamentable de agresión y desorganización.
Maynez, cuyo logro más destacado en la campaña ha sido un pegajoso tema musical y un templete que colapsó con funestas consecuencias, demostró una vez más su falta de preparación y respeto. Esta vez, el escenario fue la capital quintanarroense, donde el mamarracho candidato arremetió contra la prensa en un despliegue de violencia y cobardía que debería avergonzar a cualquier aspirante a un cargo público.
La visita estuvo plagada de desorganización, caos y un desprecio flagrante hacia los medios de comunicación. La reportera Laura Beytia Cerdeña, de manera vergonzosa, fue agredida a codazos y empujones por el equipo de seguridad de Maynez, simplemente por hacer su trabajo: preguntar sobre la tragedia en Nuevo León. Este acto de violencia no solo pone en evidencia la falta de control y profesionalismo del equipo de Maynez, sino también su intolerancia hacia la libertad de prensa.
La presencia de Fernando Méndez, el ex titular del Instituto de la Juventud y conocido por su comportamiento violento contra mujeres, solo añade otra capa de desprestigio a esta desafortunada visita. Méndez, ahora refugiado en Movimiento Ciudadano tras no recibir el respaldo de su padrino político Carlos Joaquín, parece haber encontrado en Maynez a un aliado en la mediocridad y la violencia.
Para añadir insulto a la injuria, Lidia Rojas Fabro, candidata a regidora por Movimiento Ciudadano, no fue capaz de ofrecer una disculpa por la actitud impropia de su candidato presidencial y su equipo. Rojas Fabro, quien se postula como defensora de las mujeres, optó por fingir demencia y hacer caso omiso de la agresión, revelando una hipocresía que no debería ser tolerada por el electorado.
Esta visita de Maynez a Chetumal es un triste recordatorio de la deplorable situación en la que se encuentra la naranja podrida llamada Movimiento Ciudadano. No solo tenemos candidatos sin sustancia, sino que también exhiben un desprecio absoluto por la libertad de prensa y la dignidad humana. Movimiento Ciudadano y sus representantes han mostrado su verdadero rostro, uno que está marcado por la violencia, la desorganización y la hipocresía.
La agresión a la prensa es inaceptable en cualquier democracia, y aún más cuando proviene de quienes aspiran a liderar el país. Es crucial que condenemos estos actos y exijamos responsabilidad y respeto de nuestros candidatos y sus equipos. La libertad de prensa es un pilar fundamental de nuestra sociedad, y su protección debe ser prioritaria, especialmente en tiempos de elecciones.
La visita de Jorge Álvarez Maynez a Chetumal fue un desastre anunciado, una exhibición más de su incapacidad para liderar y su falta de respeto por la prensa. Los ciudadanos merecemos mucho más que esto. Merecemos líderes que respeten nuestros derechos y que sean capaces de conducir el país con dignidad y respeto.
El teatro del absurdo en Cozumel: los azares del Princeso y la bandida
Primer acto: Pedro Joaquín, también conocido en el mundo del chisme político como Pedro el Bandido, se lanza con fervor contra su antecesora en la presidencia municipal, Perla Tun. Con una mano en el corazón y la otra en los expedientes, la acusa de ser la reencarnación de Al Capone en versión caribeña. Pero, ¡oh sorpresa! Las carpetas de denuncias, que parecían más capítulos perdidos del Chespirato, se archivaron como buenos recuerdos de una telenovela pasada.
La tragicomedia continúa y el tiempo, ese verdugo imparcial, siguió su curso. Perlita, la aspirante a diputada con más drama que una telenovela venezolana, ahora anda a salto de mata. No por santa, claro está, sino porque las acusaciones de Pedro resultaron tener más chicharrón que novela. Desde su confortable arraigo, interrumpe su campaña electoral, dejando a todos con la duda de si su plataforma política incluye visitas guiadas a los juzgados.
Pero el verdadero giro de la trama viene cuando Pedro, el denunciante original, es visto llorando su pena con más dramatismo que protagonista de culebrón. Mientras saborea un platillo en el restaurante familiar de Perlita, trata de culpar a otros por sus desventuras, como si los camarones en su plato pudieran entender su triste soliloquio. Así, en el mundo al revés de Cozumel, vemos a Pedrito, el acusador, convertido en el bufón de su propio cuento.
La ironía se sirve fría en este segundo acto, cuando la ratera denunciada se convierte en la compinche del Princeso. ¡Vaya dupla de los PP en Cozumel! Perlita y el Princeso, juntos en una alianza más absurda que cualquier capítulo del Chavo del 8, se unen para recordarnos que, en la política local, la realidad supera a la ficción.
Es un verdadero espectáculo digno de Broadway ver cómo estos personajes, que en su momento se lanzaron dardos venenosos, ahora comparten mesa y mantel, riendo de sus propias desventuras. Cozumel, tierra de historias increíbles, se convierte en el escenario perfecto para esta tragicomedia donde los villanos se vuelven aliados y los cuervos crían y sacan los ojos a sus propios protectores.
Al final, los ciudadanos de Cozumel son los espectadores de este teatro del absurdo, donde la justicia y la lógica parecen personajes secundarios en una obra protagonizada por la ambición y la desvergüenza. La moraleja es clara: en la política, como en el teatro, nunca hay que subestimar el poder de un buen guion y un mal actor.
Y recuerden… esto es sólo para informad@s, si ustedes no estuvieran ahí leyendo yo no estaría aquí escribiendo, y si ser Malix el Huso Horario, el Whatsapp, el Facebook, X, la CFE, López, el Covid19, los troles y envidiosos nos lo permiten, nos leemos pronto, Dios mediante, pero que sea XLaLibre.
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