*Mara Lezama mantendrá más firme que nunca la estrategia de construcción de paz y seguridad en Quintana Roo.
Por Joaquín Quiroz Cervantes
Mientras los liderazgos nacionales están más ocupados en sus rebatingas políticas que en atender al México real –ese que sangra todos los días–, la violencia sigue cobrando factura.
Y como si fuera poco, la presidenta de México se ve cada vez más sola, con un Congreso que juega a las vencidas y unos “aliados” más enfocados en 2027 y 2030, que en cumplir sus responsabilidades del presente.
Mientras en la capital del país se disputan espacios y se lanzan zancadillas entre ellos, acá en Quintana Roo las trincheras, la sangre sigue manchando el uniforme de quienes, con todo en contra, salen a dar la cara.
Tal fue el caso del capitán José Roberto Rodríguez Bautista, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana de Tulum, quien fue emboscado por el crimen organizado el viernes por la noche en el fraccionamiento La Veleta, y falleció más tarde en Playa del Carmen.
Una ejecución directa, calculada, y sí, dolorosa. Porque no hablamos de un improvisado, sino de un hombre de formación militar, con una carrera limpia, profesional, y con resultados palpables en su corta pero efectiva gestión en Tulum. La consternación no se hizo esperar: la tropa dolida, la ciudadanía sacudida y una gobernadora que dio un paso al frente.
Mara Lezama Espinosa fue contundente: “Rechazo de manera enérgica y categórica este y cualquier acto de violencia, ninguno debe quedar impune”, expresó en sus primeras palabras tras conocerse el atentado.
Pero no se quedó en lo declarativo. Dejó claro que no habrá descanso hasta que los responsables sean capturados y se les aplique todo el peso de la ley. Sin rodeos. Sin evasivas. Y no paró ahí: reafirmó que su compromiso es firme, que no habrá retrocesos, y que su gobierno mantendrá más firme que nunca la estrategia de construcción de paz y seguridad en Quintana Roo.
“La paz y la seguridad del pueblo de Quintana Roo es y seguirá siendo nuestra prioridad”, dijo con fuerza, y con la autoridad moral que le da no haber llegado al poder por compadrazgos, sino por el respaldo popular y una vocación clara de servicio. En un momento tan delicado, su mensaje fue un bálsamo de firmeza ante la incertidumbre.
Claro está, su administración no la tiene fácil. Recibió una entidad devastada por el desgobierno de Carlos Joaquín, quien dejó a su paso una Fiscalía infiltrada por el crimen, sí, esa misma que lideraba Montes de Oca, el fiscal a modo que operó como tapadera y facilitador del caos. Desde ahí, se permitieron aberraciones, se protegieron intereses oscuros y se instaló una impunidad estructural que hoy sigue dando coletazos.
Combatir eso no es fácil. Y cada paso que se da para limpiar esa cloaca desata reacciones violentas. Porque cuando se golpea al crimen desde adentro, la respuesta no se hace esperar.
Lo que pasó con Rodríguez Bautista es parte de esa respuesta: un acto de venganza, un mensaje mafioso que exige no bajar la guardia.
Pero como si eso fuera poco, también hay quienes aprovechan la tragedia para lanzarse al lodo.
Como el regidor tabasqueño de Tulum el de Movimiento Ciudadano; Jorge Portilla Manica, que fiel a su costumbre de oportunismo buitril, publicó un comentario infame en redes sociales cuando el capitán aún se debatía entre la vida y la muerte.
Sin empatía, sin escrúpulos, y sin el menor asomo de inteligencia política, quiso sacar ventaja de una tragedia. Nada nuevo bajo el sol.
Este lunes, la gobernadora Lezama estará presente en Tulum para rendir homenaje al capitán abatido. Un acto de justicia simbólica, pero también de liderazgo.
Porque en medio de tanta simulación, alguien tiene que poner el rostro, el nombre y el compromiso. Y eso, hoy por hoy, lo está haciendo Mara.
Lo cierto es que la estrategia de seguridad no puede ser un eslogan ni un deseo: debe ser una acción constante, integral y sin tregua. Lo que no se atendió en el sexenio de los “abrazos no balazos”, hoy lo paga la gente con balas.
Y mientras en Palacio Nacional y San Lázaro se lanzan indirectas y se reparten culpas, acá afuera, en el México profundo, los valientes siguen cayendo. Porque cuando el poder se olvida de su deber, el crimen lo recuerda a su manera.
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