*Ortiz Mena y su eterno aliado Jorge Portilla se han convertido en los francotiradores del ayuntamiento
Por Joaquín Quiroz Cervantes
En el mundillo político-empresarial de Tulum, hay personajes que creen que la simulación es una estrategia.
Otros, más descarados, la convierten en modo de vida. Tal es el caso de David Ortiz Mena, un personaje que ha querido estar en todos los salones, sentarse en todas las mesas y posar en todas las fotos, pero sin llegar a ser nada más que un eterno “quiero pero no puedo”.
Empresario mediocre, sin logros que lo respalden más allá de su autoerigido trono hotelero, Ortiz Mena ha brincado de un partido a otro como quien cambia de camisa: fue panista de ocasión, coqueteó con el PRD, buscó colarse con los morenistas y hasta tentó al Movimiento Ciudadano.
Lo único que no ha logrado –porque ni eso– es llegar siquiera a una candidatura seria. Su compadre Jorge Portilla por lo menos pierde elecciones, David ni eso, porque ni a la boleta ha llegado.
A falta de credenciales reales, Ortiz Mena se dedicó a fundar asociaciones de hoteleros “patito”, estructuras que solo existen para hacer negocios en lo oscurito, vender espejitos a presidentes municipales en turno y presionar por condonaciones de impuestos como el predial.
Con Víctor Mas Tah sí le funcionó el truqueo, pero con Marciano Dzul se topó con pared: Dzul no compró humo, y dejó en claro que Tulum no caería en el chantaje de crear fideicomisos manipulables para el llamado “derecho de saneamiento ambiental”.
Acorralado, buscó refugio en su eterno patrón, Carlos Joaquín, quien lo cobijó en el PRD-PAN y hasta intentó meterlo por la puerta trasera al Senado.
Pero la suerte de Ortiz Mena en la política es tan mala, que ni en lista plurinominal logró colarse. Intentó después brincar a una diputación federal por Movimiento Ciudadano, y de nuevo: puerta cerrada. Así, el “líder” hotelero quedó como lo que siempre ha sido: un simulador sin rumbo ni oficio político real.
Hoy, desde el gobierno municipal, quiere disfrazarse de funcionario especializado en turismo. Un experto, dice él. Pero su “visión” se limita a pensar que Tulum solo debe atraer gringos y canadienses, sin entender que este destino es de talla mundial, multicultural, diverso.
El turismo no se maneja con ocurrencias ni desde una asociación a modo, se maneja con planeación, gestión real y resultados.
Peor aún, Ortiz Mena y su eterno aliado Jorge Portilla se han convertido en los francotiradores del ayuntamiento. Desde la sombra, sabotean iniciativas de la 4T como el Parque del Jaguar, critican sin conocer, opinan sin datos, y todo porque no están sentados en la mesa del poder.
Su estilo es clásico: lanzar la piedra y esconder la mano, mientras sus empleados dobletean como burócratas municipales y operadores privados en sus hoteles.
Eso sí, cuando llegan los logros, los niegan. Ejemplo reciente: el festival que traerá a Sting a Tulum gracias a la gestión de la gobernadora Mara Lezama y la marca internacional Zamna Group, a realizarse de forma gratuita para los ciudadanos. Un evento turístico de talla mundial. ¿Qué hizo Ortiz Mena? Criticar, por supuesto. Porque cuando no controlan el pastel, lo quieren arruinar.
David Ortiz Mena no ha sido ajonjolí de todos los moles. Ha sido un condimento barato que estropea cualquier receta. Un eterno aspirante a todo, pero sin llegar a ser nada. Un experto en simular, colarse, acomodarse, y sobre todo, estorbar. Así las cosas.
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Y recuerden… esto es sólo para informad@s, si ustedes no estuvieran ahí leyendo yo no estaría aquí escribiendo, y si ser Malix el Huso Horario, el Whatsapp, el Facebook, X, la CFE, López, el Covid19, los troles y envidiosos nos lo permiten, nos leemos pronto, Dios mediante, pero que sea XLaLibre.
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