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El Plan Municipal de Desarrollo de Cozumel, reto para los demás municipios de Quintana Roo

* José Luis Chacón ha demostrado que, para la verdadera transformación, basta con mirar y escuchar a quienes habitan el lugar, no a los que se encuentran a miles de kilómetros de distancia

*La cara oculta de William Jiménez Miguel, no solo ha mostrado un liderazgo déspota, también ha convertido su puesto en una plataforma para alimentar sus aspiraciones personales

Por Joaquín Quiroz Cervantes

Mientras en municipios como Solidaridad, la alcaldesa Angy Estefanía Mercado Asencio organiza ceremonias de inicio para su Plan Municipal de Desarrollo (PMD) y viaja a la Ciudad de México para buscar asesoría académica, en Cozumel, José Luis Chacón ha decidido no perder el tiempo y actuar con determinación.

Con una mirada puesta en las necesidades reales de la isla y un enfoque pragmático, el edil ha hecho historia al publicar el primer PMD de Cozumel, diseñado bajo una visión humanista, inclusiva y, sobre todo, construida a través de la voz directa de la ciudadanía.

El Plan Municipal de Desarrollo de Cozumel no es solo un documento administrativo. Es una muestra de cómo debe de hacerse política cuando se tiene claridad sobre el propósito y el compromiso con el pueblo.

Chacón no ha recurrido a estrategias mediáticas ni a largos discursos de presentación. Por el contrario, se ha centrado en lo esencial: escuchar a los ciudadanos, que son los verdaderos actores del cambio, y elaborar un plan a su medida.

El edil no es un improvisado. Su amplia experiencia en la gestión pública se refleja en la estructura y contenido del PMD. Y es que Cozumel no solo es pionero en Quintana Roo en la publicación de este documento, sino que ha logrado integrarlo de manera estratégica con el presupuesto de egresos municipal, lo que garantiza que los recursos del municipio se alineen con las necesidades reales de sus habitantes.

Esto, sin duda, es una señal de madurez política y de la seriedad con que se asume la responsabilidad de gobernar.

La clave de este éxito radica en un proceso inclusivo y participativo que abarcó foros temáticos bajo el nombre de “Diálogos por Cozumel”, en los que se discutieron cuestiones cruciales como la seguridad ciudadana, el bienestar social, la sustentabilidad y, por supuesto, la perspectiva de género, un paso fundamental para asegurar que el desarrollo de la isla no solo sea un avance económico, sino también un proceso de inclusión y equidad social.

Lo que muchos no terminan de comprender es que la política de cercanía, la que realmente tiene sentido, no se construye desde las oficinas en la Ciudad de México ni con la consulta de académicos lejanos de la UNAM, sino con los habitantes de cada comunidad. ¿Acaso en Quintana Roo no existen investigadores y académicos locales que, desde su conocimiento y compromiso con la isla, puedan aportar lo necesario para un plan de desarrollo efectivo? Tal vez Angy Estefanía Mercado no lo sabe.

José Luis Chacón ha demostrado que, para la verdadera transformación, basta con mirar y escuchar a quienes habitan el lugar, no a los que se encuentran a miles de kilómetros de distancia.

La gobernadora Mara Lezama ha puesto en marcha una política de inclusión y participación ciudadana como piedra angular de su administración; el alcalde de Cozumel sigue sus pasos al ser el primero en llevar a cabo esa estrategia a nivel municipal.

Chacón ha logrado vincular las demandas sociales de la isla con un ejercicio presupuestal que permitirá a su gobierno responder con resultados tangibles. Su PMD no es solo un ejercicio administrativo, es reflejo de una gestión orientada a la mejora constante y al bienestar real de las familias cozumeleñas.

El secretario técnico del ayuntamiento, Francisco Moisés Coronado ha explicado que este Plan Municipal de Desarrollo tiene una visión humanista, donde lo prioritario son las necesidades básicas de la población, pero también es un ejercicio que busca generar prosperidad para la isla a través de un gasto público bien dirigido y transparente.

La vinculación entre la planeación y el presupuesto es inédita en Quintana Roo, y establece un precedente que otros municipios deberían seguir si realmente desean cumplir con su misión de mejorar la vida de sus habitantes.

Mientras tanto, en Solidaridad, el espectáculo sigue su curso. La alcaldesa Mercado Asencio, al igual que otros ediles que siguen la lógica del show y la burocracia, parece no entender que el verdadero trabajo de un gobierno local no está en ceremonias o en viajes, sino en dar respuesta concreta a las demandas de la gente, en tiempo y forma. Al final, las ceremonias no resuelven nada; lo que cuenta son los resultados.

José Luis Chacón ha demostrado que, cuando se tiene claridad en el objetivo y se prioriza el bienestar colectivo sobre las promesas vacías, el desarrollo se hace de manera eficaz. Cozumel, bajo su liderazgo, se ha adelantado al resto de los municipios en la elaboración y publicación de su Plan Municipal de Desarrollo, marcando una pauta que debería ser seguida en todo el estado de Quintana Roo.

Sin duda, su gobierno está sentando las bases de un futuro mejor para la isla, y ojalá sirva de ejemplo para aquellos que todavía creen que la política se hace desde la cómoda distancia de un escritorio en la Ciudad de México.

La cara oculta de William Jiménez Miguel

En el marco de la Cuarta Transformación, en la que se supone se predica la honestidad, la cercanía con el pueblo y la erradicación de la corrupción, surgen señales alarmantes de que ciertos personajes, bajo el manto del poder, siguen operando con los mismos vicios del pasado.

Este es el caso de William Jiménez Miguel, actual director de Bienestar Federal en Cancún, un sujeto que, según denuncias de trabajadores a su cargo, no solo ha mostrado un liderazgo déspota, también ha convertido su puesto en una plataforma para alimentar sus aspiraciones personales, al más puro estilo de los viejos políticos.

En la queja que nos hacen llegar Heraldos de Xlalibre, empleados de la oficina de Bienestar Federal en Cancún denuncian constantes abusos de poder, maltrato y acoso laboral por parte de Jiménez Miguel, quien, lejos de estar enfocado en cumplir con su labor como servidor público, ha utilizado su puesto para hacer proselitismo para su ambición de convertirse en regidor o, incluso, en diputado en el futuro cercano.

Este tipo de conductas no solo son indignantes, sino que representan una burla a la misma esencia de la Cuarta Transformación que dice combatir estos vicios del pasado.

El modus operandi de Jiménez Miguel es claro: usa su influencia en la estructura del gobierno federal para presionar a los empleados de la oficina de Bienestar a que realicen tareas que no tienen nada que ver con su trabajo, sino con el fortalecimiento de su imagen dentro de Morena.

Según relatan los trabajadores, les exige participar en actividades partidistas, a veces incluso fuera de su horario laboral, bajo amenaza de represalias y despidos si no cumplen con sus órdenes. “El trabajo es para el gobierno de México, no para un político en busca de un puesto”, señalan en sus quejas, haciendo énfasis en la desconexión entre la función pública y los intereses personales de su jefe.

A esto se suman otras irregularidades que pintan un panorama preocupante. A pesar de que hay un presupuesto designado para la operación de la oficina de Bienestar en Cancún, los empleados denuncian que este recurso nunca llega, lo que deja a la oficina en condiciones precarias y dificulta el cumplimiento de los programas destinados a las comunidades más vulnerables.

Y lo peor es que Jiménez Miguel, lejos de buscar una solución, se muestra indiferente y alegóricamente ha indicado que los trabajadores deben sacar de sus propios bolsillos para cubrir gastos operativos, como gasolina para moverse a las comunidades. Esta actitud, absolutamente inaceptable, refleja la desconexión de Jiménez Miguel con las necesidades de los trabajadores y de la propia población a la que se supone debe servir.

Sin embargo, lo más grave de esta situación es el uso de su cargo como trampolín para sus aspiraciones políticas. Según los testimonios de los trabajadores, Jiménez Miguel no duda en hacer alarde de su cercanía con figuras clave de Morena, como Andy López Beltrán, para justificar su comportamiento prepotente y su falta de rendición de cuentas. “Es mi amigo cercano, y yo soy un activo para el partido”, es lo que, según los empleados, suele decir para amedrentar a aquellos que se atreven a cuestionarlo o a señalar sus abusos.

Esto va en contra de los principios que la 4T dice promover, y refleja un preocupante deslizamiento hacia prácticas políticas del pasado, en las que el poder se utiliza para beneficio propio en lugar de servir al pueblo.

Esta situación no solo es una falta de respeto hacia los empleados de la Secretaría del Bienestar, sino también una amenaza a la integridad de los programas sociales que deberían ser el corazón de la política de la 4T.

Si los recursos destinados al bienestar de las comunidades más necesitadas se malversan o se desvían por intereses políticos personales, el propósito de la transformación social se ve gravemente comprometido.

Es urgente que las autoridades competentes, tanto dentro del gobierno federal como dentro de Morena, tomen cartas en el asunto. Las denuncias de abuso de poder, maltrato laboral y desvío de recursos deben ser investigadas a fondo, y el comportamiento de William Jiménez Miguel no puede seguir impune.

En una administración que se autodenomina como la de la honestidad y la rendición de cuentas, no puede permitirse que existan personajes que actúan como si fueran dueños del poder, despojando a los ciudadanos de sus derechos y violando los principios fundamentales que la 4T promete defender.

La tolerancia hacia este tipo de comportamientos no solo mancha la imagen de quienes ocupan cargos de responsabilidad, sino que envía un mensaje equivocado a la ciudadanía: el mensaje de que, incluso en el gobierno de la Cuarta Transformación, los abusos y la corrupción siguen siendo tolerados. Es hora de que se actúe con firmeza, se hagan auditorías y, si es necesario, se sancione a quienes se aparten de los principios de justicia y transparencia que el pueblo de México espera de sus servidores públicos.

William Jiménez Miguel, más que un servidor de la nación, parece haber adoptado el rol de un político que se sirve de su puesto para beneficio personal, sin importar los costos para los ciudadanos y los trabajadores que dependen de una administración honesta y eficiente. Su actitud y su accionar no deben ser permitidos ni tolerados bajo ningún concepto.

Y recuerden… esto es sólo para informad@s, si ustedes no estuvieran ahí leyendo yo no estaría aquí escribiendo, y si ser Malix el Huso Horario, el Whatsapp, el Facebook, X, la CFE, López, el Covid19, los troles y envidiosos nos lo permiten, nos leemos pronto, Dios mediante, pero que sea XLaLibre.

Mi correo: quirozjoaquin@yahoo.com.mx. Sígueme en X @joaquinquirozc y Facebook porlalibrecolumna #Xlalibre #yotambiensoymalix #soyquintanaroo

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