* Portilla es famoso por traicionar: traicionó a Roberto Borge y a Carlos Joaquín, y así sucesivamente
* Mientras Chetumal se pierde en estos chismorreos de patio escolar, localidades como Bacalar le están robando la cena
Por Joaquín Quiroz Cervantes
En el tema político, pocas figuras resultan tan polémicas como Jorge Portilla Mánica, cuyo nombre resuena con disonancia entre los ecos de Tulum. Quien conoce a Portilla conoce, también, el vacío de su liderazgo y la discordancia entre sus palabras y acciones.
Su historia es la de un hombre que se dibuja a sí mismo con pinceladas ajenas, pretendiendo ser un estandarte de lo tulumnense, cuando en realidad, su vida y sus intereses han estado anclados en Cancún.
Jorge Portilla se erige como un camaleón político, cambiando de colores según la conveniencia del momento. El intento de venderse como un producto local genuino no engaña a aquellos que saben que apenas si dormía en Tulum, optando por el tránsito diario desde Cancún, como si el noveno municipio fuera poco más que una parada obligatoria en su agenda, así lo hizo durante años, lo único que tenía en el municipio era su INE.
Es más, la creación del municipio de Tulum tiene héroes y nombres propios, entre ellos Marciano Dzul Caamal, pero Portilla no estaba entre los que forjaron esa realidad. Heredar tierra no te hace hijo de la tierra; ser de un lugar requiere algo más que la posesión de su suelo, requiere compartir sus días de escasez y sus noches de comunidad, algo que Portilla sólo ha hecho desde la distancia.
La gestión administrativa de Portilla es, según los heraldos de XLaLibre, un desfile de incompetencias. El parque Tan Kah y otros negocios bajo su batuta son ejemplos de su estilo de gestión: explotación y descuido. Su fracasado canal de televisión sólo añade a su récord de malas prácticas, mostrando una faceta de él que dista mucho del santo que ahora pretende ser.
Los ataques y tragedias que han golpeado a su círculo cercano levantan preguntas sobre sus deudas financieras y, además, morales. Pretender ahora vestirse de ciudadano ejemplar y tulumnense arraigado es una farsa vista y juzgada por aquellos que lo conocen de verdad. Portilla es famoso por traicionar: traicionó a Roberto Borge y a Carlos Joaquín, y así sucesivamente, demostrando que su único fiel es su propio interés.
Incluso, en su relación con Adán Augusto López, Portilla se muestra como el oportunista que es, adoptando identidades según le convenga. No es de extrañar que su presencia sea incómoda y poco tolerada, aun dentro de las filas del Partido del Trabajo, donde, como el rey Midas al revés, todo lo que toca se desvanece, por lo que tuvo que salir corriendo a Movimiento Ciudadano (MC).
Portilla, cuyo camino parece apuntar hacia una modesta regiduría, deja a su paso un rastro de oportunidades perdidas para ayudar a la gente de Tulum. Desde la Secretaría de Obras Públicas estatal, hasta la Dirección de Turismo local, su carrera ha sido una sucesión de oportunidades malgastadas, utilizadas no para el bien común sino para el engrandecimiento personal y el beneficio de sus negocios privados.
Esta es la cruda realidad de Jorge Portilla, un hombre cuya historia política está marcada, no por los triunfos o el progreso comunitario, sino por el egoísmo, la traición y el fracaso.
Así, mientras Tulum sigue apostando por quienes realmente quieren al terruño, Portilla sigue siendo un extraño, conocido no por lo que ha aportado, sino por todo aquello que ha pretendido ser y nunca fue. La política, siempre tan sedienta de autenticidad, encuentra en Portilla no un ejemplo a seguir, sino un espejo de las peores prácticas y ambiciones.
Circo naranja político en Chetumal: entre chapeos, bicicletas y desmemorias estratégicas
Bienvenidos al festín de la mediocridad y el despropósito político en la capital quintanarroense, donde el drama y la ineficacia se sirven en bandeja de plata, y las intrigas locales son el deporte favorito. Chetumal, ese oasis de la burocracia donde los nativos, en un ejercicio de autoflagelación política, se obstruyen unos a otros, asegurando su lugar en el olvido político mientras el resto del estado se organiza y se prepara para futuras gubernaturas.
En un giro que raya en la tragicomedia, la atención se centra en lo que Yensunni Martínez, edil con licencia y aspirante a la presidencia municipal, podría o no haber hecho con su cuerpo. Mientras Chetumal se pierde en estos chismorreos de patio escolar, localidades como Bacalar le están robando la cena, avanzando silenciosamente hacia un futuro político prometedor, dejando a la ciudad capital rezagada y hablando de sus glorias pasadas que nunca fueron tales.
Dentro del ring de Movimiento Ciudadano, observamos la paradoja de Lidia Rojas Fabro, quien después de un intento mediocre por la alcaldía, hace tres años, con un mísero botín de seis mil votos, regresa para otra ronda, mientras sus compañeras más competentes la eclipsan sin esfuerzo. Sin embargo, la comedia de errores no termina aquí. José Luis Pech, el camaleón político ex priista y ex morenista, ahora con su naranja bien exprimida, enfrenta acusaciones de violencia política de género. ¿Y las defensoras de los derechos de las mujeres de MC? Bien gracias, mudas, porque en política, al parecer, algunas voces se silencian con más facilidad que otras.
Con este panorama, Movimiento Ciudadano y su comedia de candidaturas no son competencia para el poderío de Morena, y los leales a Yensunni Martínez, quienes están respaldados por operadores políticos de alto calibre. Lidia y su tropa, en su mejor escenario, apenas si lograrán decorar el cabildo con su presencia, dedicándose a lo que mejor saben hacer: chapear montes y pasear en bicicleta, mientras sueñan con rentas de inmuebles fantasmas que ahora ni el propio Pech Varguez permite, prefiriendo beneficiarse él mismo.
Así se escribe la crónica de un fracaso anunciado en Chetumal, donde la política se practica con tal grado de surrealismo e ironía, que ni García Márquez hubiera imaginado mejor escenario. Aquí, donde deberían surgir líderes, sólo emergen bufones, y el futuro político se ve tan desolado como las promesas incumplidas que todavía resuenan en los pasillos del poder. Bienvenidos a Chetumal: el circo está en la ciudad, y el espectáculo de incompetencia está asegurado.
Curva peligrosa…
El tan esperado proyecto de gas natural en Playa del Carmen y Cancún está cada vez más cerca de convertirse en realidad, generando un notable entusiasmo y grandes expectativas entre los residentes y empresarios de ambas localidades. Este avance promete mejorar la calidad de vida de los habitantes, así como impulsar la eficiencia energética y reducir los costos operativos en un área crítica para el turismo mexicano.
La anticipación crece día con día, mientras las comunidades vislumbran los beneficios tangibles que el gas natural puede traer: desde un acceso más económico y sostenible a la energía hasta una reducción significativa en la huella de carbono local. Las familias, negocios, y la industria hotelera de Playa del Carmen y Cancún están especialmente alentadas, esperando que la implementación de esta infraestructura pueda aliviar la pesada carga de las facturas eléctricas y contribuir a un entorno más limpio y verde.
El progreso hacia la integración del gas natural en estas joyas del Caribe mexicano es recibido con los brazos abiertos, marcando un paso adelante hacia la modernización y sustentabilidad en la región. La comunidad está atenta y optimista, listos para abrazar las ventajas que esta transición energética promete.
Y recuerden… esto es sólo para informad@s, si ustedes no estuvieran ahí leyendo yo no estaría aquí escribiendo, y si ser Malix el Huso Horario, el Whatsapp, el Facebook, X, la CFE, López, el Covid19, los troles y envidiosos nos lo permiten, nos leemos pronto, Dios mediante, pero que sea XLaLibre.
Mi correo: quirozjoaquin@yahoo.com.mx. Sígueme en X @joaquinquirozc y Facebook porlalibrecolumna #Xlalibre #yotambiensoymalix #soyquintanaroo
