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La incongruencia como estandarte

*El afán de Toledo Medina por enarbolar cualquier bandera que le brinde notoriedad no es nuevo

*Jorge Portilla Mánica: un regidor que se cree candidato eterno

Por Joaquín Quiroz Cervantes

Avanzan los días y la incongruencia del todavía regidor solidarense José Luis Toledo Medina se hace cada vez más evidente. Su discurso, repetido cual merolico, insiste en que cambiar el nombre de Solidaridad a Playa del Carmen costará la exorbitante cantidad de 1,000 millones de pesos. Sin embargo, su dicho carece de pruebas, y hasta ahora no ha sido capaz de sustentar semejante cifra con documentos, estudios o cualquier evidencia concreta. Lo dice, lo repite, pero no lo demuestra.

El afán de Toledo Medina por enarbolar cualquier bandera que le brinde notoriedad no es nuevo. En el pasado, confió ciegamente en sus propias cifras alegres y en un capital político que resultó más imaginario que real, lo que lo llevó a perder la diputación local. Ahora, su estrategia parece ser la misma: lanzar números al aire con la esperanza de que alguno haga eco en la opinión pública.

La pregunta obligada es: ¿de dónde saca esos 1,000 millones de pesos? ¿Sobre qué estudio se basa? Si realmente tiene pruebas, debería hacerlas públicas, de lo contrario, su credibilidad quedará reducida a la de un mitómano político. Por más bravatas y retos a debates que lance, sin datos concretos su argumento es endeble y poco serio.

Pero si de personajes fuera de lugar hablamos, llama la atención la reciente aparición del exgobernador Mario Villanueva Madrid en la discusión. A través de redes sociales, el exmandatario ha defendido la idea de cambiar el nombre del municipio, argumentando que “son otros tiempos” y que Solidaridad es parte del pasado. Resulta irónico que quien formó parte del sistema que impulsó ese mismo nombre, ahora quiera borrarlo de un plumazo.

Si Villanueva está tan comprometido con la modernidad y el cambio, podría empezar por pedir que la unidad deportiva que lleva su nombre en Playa del Carmen sea rebautizada. Dado que su administración fue parte del sistema neoliberal que instauró el programa Solidaridad, lo congruente sería eliminar también su huella en ese espacio. Pero claro, exigir coherencia a los políticos es pedir demasiado.

Mientras tanto, el debate sobre el cambio de nombre sigue su curso, con Chanito haciendo el ridículo al no presentar pruebas de sus afirmaciones y con Mario Villanueva irrumpiendo en una discusión que, al final del día, no le compete. Treinta años después de la creación del municipio, ahora le ha dado por opinar por opinar, sin recordar que fue cómplice y artífice de lo que hoy, según él, debe quedar en el pasado.

Las grillas locales seguirán encendidas, pero la falta de congruencia de algunos políticos también seguirá siendo el sello de la casa.

Jorge Portilla Mánica: un regidor que se cree candidato eterno

Y el que ya de plano perdimos para siempre en el laberinto de la fantasía política es el todavía regidor naranja Jorge Portilla Mánica. Resulta que el siempre aspirante (y nunca ganador) de la presidencia municipal de Tulum hizo su gran y trascendental anuncio, con bombo y platillo, en sus redes sociales.

Con la solemnidad de quien cree que el pueblo está pendiente de cada una de sus palabras, citó a todos a las 5 de la tarde el pasado míercoles  para su esperadísima revelación.

Y cuando finalmente llegó el momento cumbre… la batea de babas con la que salió el tabasqueño autoasumido tulumnense fue que, según él, está siendo atacado desde el gobierno municipal.

Como buen maestro del arte de lanzar la piedra y esconder la mano, soltó acusaciones sin pruebas, asegurando que asesores y funcionarios de la administración de Diego Castañón gastan la pequeñez de un millón de pesos diarios en redes sociales para atacarlo.

Ajá. Un millón de pesos diarios. Ni la presidencia de la república se da ese lujo para gastar en redes sociales. Si eso fuera cierto, el regidor naranja ya sería el hombre más relevante de la política nacional, y no un personaje cuya necedad de no aceptar su enésima derrota lo convierte en su peor enemigo.

Pero no. Aquí seguimos viendo el triste espectáculo de un político que se niega a entender que, si está donde está, es porque el pueblo así lo quiso: en un asiento de regidor, y nada más.

La paranoia política de Portilla está alcanzando niveles de tragicomedia, y uno no sabe si reír o sentir pena ajena. Acusar sin pruebas es su deporte favorito, al puro estilo de Chanito Toledo, pero ni siquiera eso logra hacerlo relevante.

Mientras el regidor sigue dando tumbos entre sus delirios de persecución y su incapacidad de aceptar la realidad, los tulumnenses están más preocupados por cosas serias. Así que, aunque Portilla siga soñando con un gran complot en su contra, la verdad es que a la mayoría le tiene sin el mínimo cuidado.

Y lo peor es que ni siquiera necesita enemigos: con su fanfarronería e incongruencias, él solito se hunde más rápido que un barco de papel en un huracán.

Al final del día, la verdadera pregunta es: ¿quién fue el alma caritativa que un día le dijo a Portilla que podía ser político? Porque ese, sin duda, es el  verdadero villano de esta historia.

Y recuerden… esto es sólo para informad@s, si ustedes no estuvieran ahí leyendo yo no estaría aquí escribiendo, y si ser Malix el Huso Horario, el Whatsapp, el Facebook, X, la CFE, López, el Covid19, los troles y envidiosos nos lo permiten, nos leemos pronto, Dios mediante, pero que sea XLaLibre.

Mi correo: quirozjoaquin@yahoo.com.mx. Sígueme en X @joaquinquirozc y Facebook porlalibrecolumna #Xlalibre #yotambiensoymalix #soyquintanaroo

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