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Motociclistas en Quintana Roo, ¿vulnerados o simplemente incómodos?

* Aquellos que no entienden que un vehículo de motor implica seguir reglas, son los primeros en saltarse altos, rebasar mal y cerrarse a los automovilistas

* La llegada de Raciel López Salazar a la Fiscalía ha marcado un antes y un después en la justicia del estado

Por Joaquín Quiroz Cervantes

Pareciera que la legalidad en Quintana Roo es un concepto que no agrada a muchos. Las nuevas normativas para los conductores de motocicletas han desatado una ola de descontento entre quienes, durante años, han hecho lo que les place. Ahora que se empiezan a establecer ordenamientos y reglas, la incomodidad de cumplirlas es disfrazada de vulneración de derechos. La realidad es que, para algunos, seguir las reglas es simplemente algo incómodo.

Tomemos como ejemplo la obligatoriedad de portar cascos de seguridad. Hace una década, cuando esta medida fue implementada, los motociclistas armaron un escándalo monumental. Argumentaban que los cascos eran incómodos, ignorando por completo que la cuestión no es de comodidad, sino de seguridad. Un casco, aunque no sea la panacea, puede salvar vidas en muchas ocasiones.

No obstante, muchos aún no lo entienden. Algunos, en un acto de rebeldía y quizás de burla, optan por usar cascos de construcción o de béisbol, que no ofrecen ninguna protección real en caso de accidente. Pero, claro, cumplen con la “formalidad” de portar algo en la cabeza, aunque solo sea de adorno.

Y luego están aquellos que convierten sus motocicletas en vehículos circenses. Ya que parecieran estrellas del Circo Chino de Pekín. Es común ver motos diseñadas para dos personas cargando hasta cuatro, incluyendo bebés y niños, sin ninguna protección. Los accidentes ocurren, y los lamentos llegan, pero la imprudencia sigue mandando.

Tristemente, las motocicletas también se han convertido en el vehículo preferido de sicarios. En lo que va del año, de los 408 homicidios dolosos registrados en el estado, 326 se perpetraron usando motocicletas, lo que representa 80 por ciento del total. En cuanto a lesiones por arma de fuego, de los 180 casos, 165 involucraron motocicletas, es decir, 93 por ciento.

Ante este panorama, se hace imprescindible tener un padrón correcto de motociclistas, que estén bien identificados para cerrar las oportunidades a la delincuencia. En campaña, la gente clama por seguridad, pero cuando se toman medidas para ello, algunos de los mismos que exigían protección se molestan y se manifiestan.

El chaleco reflectante, por ejemplo, no solo sirve para que el motociclista sea visto por los automovilistas, sino también para tener un control sobre quienes manejan las motocicletas al portar un chaleco con la matrícula correspondiente, esto permite a las autoridades verificar la legitimidad del vehículo y del conductor. Es una medida lógica y preventiva.

Además, será verificado que los cascos cuenten con las normas y medidas de seguridad que porten un pegote en juego con la matrícula, y el que se tiene estampado en el chaleco. Que esto cause conflicto parece más un deseo de fastidiar que una preocupación genuina. Hay motociclistas responsables, por supuesto, que aman sus motos, ya sea por hobby, necesidad, o ambas. Sin embargo, todos hemos tenido experiencias con pésimos conductores que ponen en peligro a todos a su alrededor.

Aquellos que no entienden que un vehículo de motor implica seguir reglas, son los primeros en saltarse altos, rebasar mal y cerrarse a los automovilistas. Y, curiosamente, también son los primeros en manifestarse y armar desmanes cuando sienten que sus derechos están siendo vulnerados.

No vivimos en una jungla, hay un marco legal que debemos seguir. Vivimos en una sociedad con reglas, y seguirlas es esencial para garantizar la seguridad de todos. La cerrazón y la ignorancia no son excusas para evadir responsabilidades. Clamar por seguridad y, al mismo tiempo, molestarse por medidas que buscan precisamente eso, es una contradicción que debemos superar.

La impunidad de ayer, la justicia de hoy

La era del “chespirato” es un triste recuerdo de la impunidad que imperaba en Quintana Roo. Durante el gobierno estatal de Carlos Joaquín y su séquito de corruptos, encabezados por el infame exfiscal Óscar Montes de Oca, la criminalidad creció exponencialmente. Este periodo oscuro marcó el tejido social con una gangrena de corrupción y desidia. 

Hoy, el panorama es muy distinto. La llegada de Raciel López Salazar a la Fiscalía ha marcado un antes y un después en la justicia del estado. La respuesta a la ciudadanía es inmediata y contundente. Prueba de ello es la reciente detención de los taxistas Enrique “N” y Javier Isaías “N”. Estos individuos fueron capturados por extorsionar a un ciudadano en dos ocasiones, exigiendo diez mil y siete mil pesos, respectivamente, para permitirle trabajar en el Aeropuerto de Cancún en plataforma de transporte.

La Fiscalía General del Estado (FGE) no se detendrá ahí. Ha anunciado que solicitará la revocación de las licencias de estos taxistas y llevará el caso hasta las últimas consecuencias que dicte la ley para asegurar que sus actos no queden impunes. Este tipo de acciones ejemplares son las que esperábamos y necesitamos para restablecer el orden y la justicia en nuestro estado.

Sin embargo, la sombra de la impunidad aún amenaza con la llegada del líder de los taxistas, Rubén Carrillo, quien también ocupará un puesto como diputado local. La ciudadanía espera que su nombramiento no signifique un regreso a la protección y complicidad con los “chafiretes” corruptos, sino una oportunidad para instaurar el orden y la legalidad en el gremio.

El compromiso con la justicia debe ser firme e inquebrantable. La administración de López Salazar ha demostrado que es posible avanzar hacia un Quintana Roo más seguro y justo, donde los ciudadanos puedan confiar en sus instituciones. Pero la vigilancia y la exigencia ciudadana deben mantenerse, para que no se repita el nefasto ciclo de corrupción e impunidad que tanto daño ha causado en el pasado.

Este es el momento de demostrar que la justicia no es una palabra vacía, sino una realidad palpable. La transformación de Quintana Roo está en marcha, y depende de todos nosotros, desde el fiscal hasta el ciudadano de a pie, garantizar que no haya vuelta atrás. La era del “chespirato” debe quedar enterrada en el pasado, y el futuro debe estar marcado por la justicia, el orden y la legalidad.

Y recuerden… esto es sólo para informad@s, si ustedes no estuvieran ahí leyendo yo no estaría aquí escribiendo, y si ser Malix el Huso Horario, el Whatsapp, el Facebook, X, la CFE, López, el Covid19, los troles y envidiosos nos lo permiten, nos leemos pronto, Dios mediante, pero que sea XLaLibre.

Mi correo: quirozjoaquin@yahoo.com.mx. Sígueme en X @joaquinquirozc y Facebook porlalibrecolumna #Xlalibre #yotambiensoymalix #soyquintanaroo

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