Por: Maribel Torres Martín
Las comunidades mayas que son la raíz y origen de Quintana Roo hoy por fin son volteadas a ver. Después de tantos años una gobernadora, la primera en el estado, fijó su atención a estas poblaciones, a la gente que vive, se esfuerza y trabaja para lograr una vida mejor para sus familias, gente de la cual depende el arraigo histórico y cultural del estado.
Quintana Roo es un estado conocido a nivel mundial por sus playas de arena blanca y mar azul cristalino, su éxito en tan poco tiempo después de su creación como estado en 1975 fue casi inmediato y ha sido tal, que es la entidad que registra una de las más altas tasas de crecimiento en el país, con una concentración de población y desarrollo económico cargada en sus municipios del norte.
Este comportamiento poblacional y económico ha derivado que la atención de los gobiernos en materia de infraestructura, vivienda y servicios en general también se concentre en la zona norte de la entidad, dejando un rezago en las poblaciones del centro y sur.
Hace unos días Mara Lezama visitó Tihosuco, lugar donde inició la Guerra de Castas en 1847 y, en pleno corazón de esa comunidad, anunció una inversión de más de seis millones de pesos para atender dos edificios del patrimonio cultural: el majestuoso templo Santo Niño Jesús –cuya construcción inició en 1839- y el Museo de la Guerra de Castas. Ambos se encuentran en la declarada “Zona de Monumentos Históricos”.
Además, hizo el anuncio de 15 millones de pesos para la rehabilitación de las calles de esta comunidad, que incluye la entrada principal del museo para un mejor acceso tanto para sus familias como para los visitantes.
La cultura es parte de la identidad de un pueblo, si dejamos de reconocer, valorar y fomentarla, se va perdiendo con el paso del tiempo. Los monumentos no son solo piedras, son el alma de generaciones pasadas y preservarlos es la mejor forma de honrarlas.
Nos leemos en la siguiente columna.
@emaribel_torres